viernes, junio 30, 2006

cero marchas pero mucho orgullo gay

La noche del 27 de octubre, víspera del día del orgullo gay, nos reunimos para realizar una acción simbólica que tenía como objetivo visibilizar a la población LGBT, recordarle a Bucaramanga que, aunque en el 2006 no se realizó la marcha del orgullo, las personas con orientaciones sexuales diversas siguen siendo parte de la ciudad y su cotidianidad. Nuestra intención era dejar una banderita por cada árbol de la carrera 27 para que así, ésta, que es una de las principales vías de la ciudad se vistiera por un día con los colores de la diversidad. Fueron varias horas en que tuvimos diferentes labores, encuentros y emociones y al final de las cuales, nos fuimos a descansar con la esperanza de estar sembrando una semilla de inclusión y respeto por una sociedad mejor.

El diario Vanguardia Liberal nos acompañó toda la noche, a continuación el artículo completo:


Cero marchas, pero… Mucho orgullo gay

Por BELKYS P. ESTEBAN

Casi de manera oculta, como en no menos ocasiones deben vivir su identidad sexual, un grupo de jóvenes bumangueses se dio cita en el Parque Turbay de Bucaramanga, el martes a la media noche, para “realizar una acción simbólica que muestre que hoy es el día del orgullo gay”, manifestó Angélica, una de las participantes.

Ni siquiera la llovizna le puso trabas a la tarea de recortar cintas con los colores de la bandera gay –rojo, naranja, amarillo, verde, azul y violeta- ni organizar las que irían por la calzada desde la calle 56 hasta la 20.

Aunque años atrás este 28 se celebró con una marcha a la cual acudieron quienes se sienten orgullosos de estar ‘fuera del closet’ y quienes aún permanecen en él, ayer las cosas fueron diferentes.

“La marcha no se pudo realizar por falta de respaldo de la Alcaldía de Bucaramanga respecto a ciertas políticas del grupo LGBT, entonces este año no hubo recursos para hacerla”, expresó uno de los participantes.

La sigla LGBT significa Lesbianas, Gays, Bisexuales y Travestidos.

“Mostrarse a lo público es todo un problema. Quiénes son los que más asisten a la marcha: los travestidos. Es por eso que su forma de ser colorida e histriónica simboliza que las vean de día, ya que siempre salen de noche.

Visibles dentro de lo público

“Pegar banderas y cintas es una forma de estar visibles dentro de lo público, al no poder hacer la marcha”, indica Laura, una activista del movimiento LGBT en la ciudad.

“Mira qué diferencia con las Alcaldías de Bogotá y Medellín. Por ejemplo, Luis Eduardo Garzón propuso ‘Bogotá sin indiferencia’. Este slogan significa que los gays, las lesbianas, las travestidos, los y las bisexuales, podemos estar aquí, estamos visibles”, comenta Angélica.

E insiste en que hoy, en Bucaramanga, “no pasa nada frente al tema”, no hay políticas ni conciencia, incluso dentro de la misma comunidad homosexual, de que su accionar es también político.

“Salir a la calle, visibilizar los derechos que tenemos las personas del sector, es posibilitar un mundo más incluyente, un mundo donde estemos todos”.

Cada uno de ellos, en representación de su grupo, tenía como misión pegar las banderas y cintas en los árboles y postes de los semáforos, en la carrera 27.

Un paseo a la medianoche

A las doce y media los jóvenes discutían la logística de la acción simbólica que llevarían a cabo.

Un par de hombres que degustaban un perro caliente resguardados de la llovizna en una de las dos casetas de ventas ambulantes que adornan el parque a esa hora, miraban a la joven mientras hablaba con ímpetu acerca de lo que deberían hacer, por dónde empezarían, cuál sería la mejor estrategia.

Uno de los ellos hizo un gesto de sorpresa con el rostro, dio una opinión respecto a las relaciones homosexuales, y entonces la polémica no se hizo esperar.

“No concibo que exista una atracción de ese tipo, por ejemplo, entre dos hombres. Nosotros –y señaló a su amigo, que sonreía entre mordida y mordida- somos parceros, amigos del alma y damos la vida el uno por el otro, pero de ahí a llevar una relación de pareja, eso no lo entiendo”, fue uno de los argumentos.

La joven decidió darle fin al debate. “Lo que queremos decir hoy, y todos los días, es que estamos ahí, somos de carne y hueso. Somos sus vecinos, sus amigos, sus parceros, a veces sus amantes: estamos ahí”.

Estas palabras no serían las únicas que ella y los demás cruzarían de manera polémica el miércoles a la madrugada.

La estrategia

El grupo contabilizó doscientos cincuenta árboles, desde la calle 56 hasta la 20.

A pesar de haber hablado poco en el momento de la polémica con el hombre que comía perro caliente, y durante la organización logística, *Lucy estaba presta, después de cortar las cintas y ordenar las banderas, a llevar a cabo su tarea de pegarlas.

Ese acto significa mostrarles a los bumangueses cuán importante es para la comunidad homosexual y para ella como lesbiana, la realización de un acto, tal vez no tan llamativo como una marcha, pero también significativo, que manifiesta su orgullo privado con relación a su condición sexual.

Lucy tomó una de las banderas, que en esta ocasión llevaba tan sólo los colores representativos del sector, ya que en otras oportunidades se le pone una franja negra conmemorativa de quienes han muerto debido al virus del Sida, y se encaminó a la avenida junto a su compañeros.

Lucy es callada, sonríe ante los comentarios de sus amigos que tratan de hacerse al buen ambiente, conocedores de que el trabajo de pegar banderas y cintas por la carrera 27 significaría más que un esfuerzo físico.

“Así no estemos, debemos estar”

Este es el que Lucy espera sea el resultado de su trabajo de la madrugada: estar, sin estar.

“Porque de todas maneras la sociedad no está preparada para que nos vean, entonces esta es una manera”.

La tarea de pegar comienza, y con cuidado de no ser arrollado por alguno de los carros que a la 1:00 a.m. recorre a una alta velocidad la autopista, Lucy se adelanta a sus compañeros, juiciosa con su labor porque el tiempo apremia.

Entre más avanzan las horas más peligroso resulta para sus vidas estar fuera de su hogar, con cintas, banderas y el orgullo de ser homosexuales.

Sin permiso

Uno que otro carro los seguía. De repente unos policías se acercaron a los amigos de Lucy que realizaban su labor simbólica, metros atrás.

Lucy no prestó atención, hasta que a ella y a otros dos de sus amigos se les acercaron dos oficiales del CAI Las Américas.

“Nosotros no tenemos nada contra ustedes”, dijo uno de los agentes. “Sólo cumplimos con las disposiciones legales, y si no tienen permiso, no pueden pegar nada en los árboles”, agregó su compañero.

En efecto, cuando el primer oficial se acercó a una de las activistas, su pregunta después de indagar de qué se trataba aquel asunto de banderas y cintas, fue: “¿Y ustedes tienen permiso para hacer esto?”.

La respuesta de la joven fue una negación con la cabeza.

Allí empezó la segunda polémica verbal de la noche. Que si el Polo Democrático hizo lo mismo, que si el actual Presidente de la República también, mientras estaba en campaña, que qué podemos hacer nosotros, que así es la vida.

En conclusión, una de las jóvenes habló con la Defensoría del Pueblo, desde allí se llamó al Comando, y el permiso fue obtenido.

Parecía el fin de la polémica. Sin embargo, dos cuadras adelante otros dos policías se acercaron de nuevo. Y aunque el cruce de palabras no fue tan alto, hubo que esperar hasta la confirmación de la orden de permiso otorgada por el comando.

Los y las jóvenes admitieron su falta de previsión al no gestionar el permiso del uso del espacio público para realizar este acto simbólico.

Dentro y fuera del armario

A toda esta situación Lucy se mantuvo apartada, casi al margen, en determinados momentos.

Ella aún ‘no ha salido del closet’, frase popularizada para indicar que es un secreto a voces en su familia su condición sexual.

“Es diferente cuando uno está marchando a cuando uno hace una acción simbólica, porque estás sin estar, te estás manifestando pero no estás poniendo tu cara”.

Lucy no saldría a marchar, por ejemplo, aunque participe de actividades que promuevan los derechos de la comunidad homosexual.

“No necesito mostrar mi identidad, sólo soy. No necesito ni mostrarla ni esconderla. Un heterosexual no está diciendo que lo es”.

Pero explica que celebran un día en particular, porque son una minoría excluida.

Estas palabras salen de su boca mientras pega cintas con el color que le corresponde, en el tronco de cada cuarto árbol, como fue establecido en el grupo.

¿Misión cumplida?

A las cuatro de la mañana Lucy ha terminado de pegar las cintas y banderas de las cuales se hizo cargo.

Un hombre ebrio apareció, salido de una cantina a lado derecho de la avenida, en sentido norte-sur, y se acercó a ella para decirle frases que no pudo comprender.

Parecía amenazante, pero fue dispersado por sus compañeros que llegaron a acompañarla en ese instante.

Uno de ellos percibió también que un carro los estuvo siguiendo y un taxista detuvo su automóvil para preguntar por el quehacer de los jóvenes. Se llevó una banderita.

Pero el escalofrío de miedo recorrió durante cuatro horas sus espinas dorsales. “Nunca falta el homofóbico que en un ataque de rabia use la violencia para desfogar su furia”, comentó uno de los jóvenes.

Ya ha sucedido.

La edad mediana de Lucy la hace una mujer aplomada en sus decisiones y en sus acciones. Mantuvo la calma en los momentos difíciles y cumplió con la labor que sus compañeros le encomendaron.

Falta tolerancia

En Bogotá, se llevará a cabo una manifestación para celebrar el Día del Orgullo Gay. Y aunque en Bucaramanga no se consiguió, las banderas y cintas que los bumangueses vieron ayer les recordaron que existe un país y una ciudad diversa.

Sin embargo, algunos jóvenes de la comunidad manifiestan que aún falta mayor tolerancia por parte de la sociedad, y dentro de su propio grupo, más unión e incluso conocimiento de las leyes.

Lucy, por ejemplo, no conoce los derechos que han alcanzado organizaciones como Colombia Diversa. Ella sólo vive su condición sexual de la forma en que planea vivirla.

Para ‘salir del closet’

Para la Psicóloga de la Fundación Mujer y Futuro, Sandra Luna, la situación de una persona que practique una identidad sexual diferente “para una persona tomar conciencia y así mismo la decisión de tener una identidad sexual distinta a la preponderante –es decir, la heterosexual-, trae muchos costos emocionales.

Por ejemplo, dice la psicóloga, que las personas homosexuales o bisexuales “no pueden hacer visibles sus relaciones afectivas, son estigmatizados y censurados. En ocasiones asumen una postura heterosexual, lo cual implica vivir una doble vida”.

Así mismo, asegura que algunas personas que “no han logrado ‘salir del closet’, a pesar de que conocen su identidad, no consiguen hacerlo público. En particular, en las personas jóvenes, muy pocas en Bucaramanga han hecho visible su condición”.

“En Colombia tenemos una mirada muy patriarcal, Bucaramanga tiene una cultura muy patriarcal donde esos estereotipos de lo masculino están muy arraigados, somos de familias muy cerradas muy tradicionales, estamos perneados por una sociedad judeocristiana que influye de manera sustancial en la cotidianidad de las personas”, puntualiza.

Finalmente y dentro de su experiencia en el trabajo con pacientes con problemas de identidad sexual, la psicóloga Sandra Luna indica que para ‘salir del closet’ es necesario “que decidan asumir su orientación sexual diversa, que negocien esos espacios con sus familias. Son ejercicios que pueden tomar años, pero si las familias son flexibles, con una mirada amplia del mundo y que privilegian los afectos, el proceso puede resultar menos complicado. Lo importante es vivir de una manera saludable la orientación sexual”.